Súa
Aunque su popularidad ha ido creciendo, Súa continúa siendo un balneario más bien tranquilo, de anchas y hermosas playas de arena fina.
A diferencia de otros balnearios, como Atacames, en Súa aún se puede observar la vida típica de un pueblo de pescadores.
De mayo a septiembre se organizan excursiones guiadas para ver las ballenas que visitan las costas ecuatorianas por esa época.
Luego del último fenómeno de El Niño, hace cuatro años y que destruyó parte de su malecón, las autoridades del cantón Atacames realizaron un trabajo para recuperar ese sector. Hoy luce con adoquines, un muro de contención y varios quioscos de caña, donde se ofrece todo tipo de bebidas tropicales combinadas con aguardiente, coco y frutas.
El turista tiene opciones para hospedarse en hoteles como el Chagra Ramos, que es el más antiguo del sector, el Clinton o el Peñón de Súa, que son los más amplios y ofrecen habitaciones desde 4 dólares diarios hasta 13,44 dólares (a veces incluidas las tres comidas) en temporada alta.
Desde Súa se puede caminar por la playa hacia el norte, sobre todo cuando la marea está baja, hasta llegar a Atacames o Tonsupa.
El amanecer en este sitio de la provincia verde es hermoso. Quienes llegan pueden disfrutar de la salida del sol por el horizonte que le da varias tonalidades llamativas al mar.
Además, cuando el sol se oculta brinda un espectáculo que invita a coger una cámara fotográfica para captar deslumbrantes postales.
El balneario también ofrece alternativas para las personas que no tienen un presupuesto muy alto. Así, a la hora de comer se puede concurrir a los comedores populares ubicados en las calles paralelas al malecón, donde se encontrará arroz con pescado frito, ensalada y verde por un dólar.
Los pobladores de esta parroquia tienen como su fuente de ingreso la pesca. Salen en sus embarcaciones por la noche, laboran hasta las 05h00 o 06h00 y ofrecen su producto muy temprano o lo entregan para que se lo lleven especialmente a la sierra.
Esto permite al visitante pedir todo tipo de mariscos: pescados, conchas, camarones, langostas, cangrejos, almejas, entre otros. La ventaja es que se lo pueden servir fresco.
Nadie conoce de dónde proviene el nombre de Súa, pero según cuenta la tradición, que se ha ido transmitiendo de generación en generación, pertenece a una princesa árabe. Sus primeros pobladores fueron indígenas que poco a poco han ido perdiendo espacio y hoy quienes la habitan son oriundos de la zona norte de Manabí, de la región interandina y varios esmeraldeños.
Por la noche son pocos los sitios de diversión y los visitantes pueden llegar a los quioscos, donde se ofrecen bebidas y tienen como compañía un equipo de música que toca, sobre todo, salsa.
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